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Postre de notas: ¡Año nuevo!



Este postre de notas se lo dedico a todas aquellas personas que le han dado la vuelta a la manzana esperando que el siguiente año no disfruten el premio de consolación que es gozar Bogotá vacía. Además, como plus: ¡camaradas! seremos más astutas que el destino y la pereza este año, uno de nuestros propósitos del 2017 será: “cumplir los propósitos de esta lista”. JE-JE, JE-JE, ¿La cogieron? Perdonen a mi mono neurona envalentonada, ¡comencemos!


Dudo que todas las personas en el mundo hagan tanta cosa en los últimos momentos del año nuevo como nosotros. Las doce uvas, la lista de propósitos, la vuelta a la manzana, las semillas de trigo y lenteja, salir con plata de la casa, la ropita amarilla, el conteo final y no falta cantar el año viejo. Contaré un poco sobre mis favoritos.


Las doce uvas: un deseo por cada uva que te comes, y hay tantas uvas como campanadas para las 12 de la noche que marcan el nuevo día. No hay una lógica transgredida aquí más que la mía de pequeña. Esta es mi venganza a las doce uvas porque pensé que tocaba comer una uva por campanada, las cuales creía eran los segundos del conteo. Traten, con seis años, comerse una uva por segundo, doce veces seguidas, y me cuentan cómo les va. Sólo entonces entenderán mi venganza.


La lista de propósitos: es la buena costumbre de proponerse buenas costumbres para cambiar la costumbre de no cambiar las malas costumbres. Otra vez todo al revés. Las malas costumbres no permiten cambiar la costumbre de hacerlas, lo que hace que se propongan las mismas costumbres cada año en la buena costumbre de proponérselas. En otras palabras, no cumplimos nuestros propósitos. Eso, amigos míos, es lo que los papás llaman “ser la patada”. Ahora entenderán a los mayores. De nada.


La vuelta a la manzana: ¡Hay la vuelta a la manzana! Mi favorito. ¿Qué pensará un Ruso que vea a su vecino salir con maletas de viaje de su casa y aparecer otra vez por el otro lado para entrar al edificio del que acaba de salir como un loco? Es algo únicamente nuestro. Creemos que cuantas más maletas llevemos a la vuelta, y cuantas más cosas dentro de ésta, iremos más lejos ese año. Cada año yo la hago, y no me pueden negar que en alguna ocasión, por motivos diferentes no pudieron salir e igual lo hicieron. ¿Cómo? ¡Con nuestra impecable lógica!, darle vuelta a la manzana verde en una butaca, y por lo menos rodearla dos veces para ir a Anapoima.


La gente mayor llora por el año que se va, los niños lloran porque ven a los mayores llorar, y los adolescentes, como yo, lloran porque por fin comprendieron qué hace a los mayores llorar. Todas las personas de distintas generaciones se abrazan. Celebramos otro año más de festividades juntos, justificadas o no, pero que de seguro valen la pena pasarlas con los que queremos. Este año les deseo a todas un próspero año nuevo. Hagan sus doce deseos, escriban sus propósitos, salgan con las maletas, esperen, aunque estén grandes, al niño Dios con los regalos. Sigamos rompiendo la lógica. Recuerden, que aunque no suene coherente algunas veces, tenemos la capacidad hermosa e inherente de creer. Eso nos caracteriza a los colombianos, porque seguiremos tratando, porque eventualmente lo lograremos.

¡FELICES FIESTAS!

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